miércoles, 2 de diciembre de 2009

Pablo en la Sierra (Ejercicio 1)

Pablo nunca había creído en fantasmas, ni en monstruos… ni siquiera en los reyes magos.

Pablo debía empezar a replantearse muchas cosas puesto que ahora, solo, en un pequeño chalet en las afueras a no menos de diez kilómetros de cualquier lugar y sin cobertura en el móvil el miedo empezaba a sugerir ideas no muy oportunas.

Eran las tres y veinte de la mañana y la límpida luz de la luna dibujaba de forma tenue la estancia en la que se encontraba. No había pasado muy buena noche sufriendo un repentino ataque de insomnio que le había impedido dormir más de quince minutos seguidos.

En esos momento se encontraba agotado y no sabía si contar ovejas o bajar a por algo de beber ¿tal vez un vaso de agua? Sumido en sus pensamientos le pareció oír un sonido extraño en el porche, una especie de carraspeo.

Inmediatamente Pablo decidió bajar para ver si algún animalillo de la sierra había decidido hacerle una visita después de todo era mejor que permanecer en vela. Bajó tranquilamente las escaleras del comedor y se dirigió a la puerta de entrada, por suerte la noche era lo suficientemente clara para no necesitar dar la luz.

Decidió echar un vistazo pese al frío que parecía hacer fuera y como esperaba no encontró nada en su entrada, los árboles de fondo y el oscuro bosque parecían saludar su presencia y su coche se encontraba aparcado a escasos metros, desilusionado Pablo cerró la puerta y decidió, ahora sí, ir a beber agua.

La casa estaba quieta, tan solo el sonido del viento aullador y la luz de la nevera abierta rompían la monotonía de silencio y grises que reinaba en la cocina. Pablo bebía agua de la botella a grandes tragos cuando un sonido, esta vez totalmente inesperado, le sobresalto.

TOC, TOC, TOC

Pablo se quedo como congelado, su mirada desviada hacía la puerta de entrada con sus ojos abiertos sobremanera.

TOC, TOC, TOC

Lentamente Pablo dejo la botella de agua sobre la encimera y se dirigió hacia la puerta. Instintivamente cogió un cuchillo en su trayecto si saber muy que podría encontrarse al abrir la puerta a las tres y media de la mañana.

-¿Quién es? – Se atrevió a formular en lo que pretendía ser una voz confiada y fuerte pero que mas bien fue como un quejido lastimoso

TOC, TOC

Fue la única respuesta que recibió

Armado de valor, y de su cuchillo de cocina, Pablo abrió la puerta de par en par.

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