martes, 7 de octubre de 2008

Ambición

En las catacumbas de Kyuden Bayushi, en la gruta excavada en la dura y fría roca, en lo mas profundo del alma de un hombre grita una espada... no, grita una perfida obra de arte.

"Tomame"

En el momento en el que se le haga caso nadie podría imaginar las proporciones de las consecuencias que tendrán lugar.

"Hazme tuya y yo te daré el poder necesario"

Un esperitu noble, pero confundido, cegado por los años de pesadillas y susurros de la vil creación que dormita en el subsuelo de su hogar.

"El imperio esta en peligro, ¿no puedes sentirlo?"

Shoju se despierta empapado de sudor... su esposa aún dormida a su lado, bella como siempre.

- He de tomar cartas en el asunto -.

jueves, 2 de octubre de 2008

Decisión

En el corazón de las tierras sombrías donde ningún hombre podría llegar sin jade, no al menos sin que le costase su alma, un samurai cangrejo se encuentra extenuado y al borde la muerte.

- No se como ha llegado a tus manos esa espada criatura pero a Hida pongo por testigo que la arrebatare de tu putrefacto cadaver - Yuichiro escupió sangre y miro desafiantemente a su adversario. El oni era una burla de samurai, vagamene humanoide y con una doble hilera de afilados colmillos en su boca que mostraban una sonrisa de plena satisfacción.

La voz del monstruo era como cientos de agujas clavandose en el noble espiritu del bushi - Samurai, tu busqueda es futil, tu resistencia inutil. Si esta arma esta en mi poder es porque los de tu propia sangre te han traicinado-

Los ojos de Yuichiro se abrieron de par en par por la sorpresa de la revelación. En ese momento no estaba seguro si sentía mas asco por la criatura que se encontraba frente a él o por lo que las palabras de la misma representaban. - Mientes- siseo el Hiruma sin apenas dejar de apretar sus dientes por la rabía contenida.

- No, samurai. No gano nada con ello y tu estas a punto de morir -

- Eso lo veremos - El cangrejo saco una bolsa de dentro de su coraza y espolvoreo un polvo verduzco sobre su yari...

En esta ocasión fue el oni el que no pudo evitar ensachar sus vacias cuencas.

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Tenzen tenía un reguero de sangre que surcaba su rostro desde su nariz hasta su menton bordeando su boca. Era sangre seca pues las habilidades del monje ya le habían curado del ataque de su compañero. - Ves Sato... te lo dije. Lo que Yuichiro-san necesitaba para distraerse era pegar a alguien...-

- Callate - dijo el Grulla secamente mientras miraba a su siniestro compañero - Yuichiro, ¿estas bien? -

El Hiruma estaba de espaldas su brazo aún tenía alguna magulladura visible de los golpes del monje. - No, no estoy bien. Lo que mas me duele es que probablemente ese jodido tarado tenga razón. Probablemente mi hermano desaprovecho su vida... -

La caracteristica sonrisilla de Tenzen se desvaneció de su rostro. Todos los presentes eran conscientes de que si seguían adelante era por el arrojo de su compañero y este estaba a punto de quebrarse.

-... pero nunca sabremos si mi hermano tenía razón o no sino llegamos hasta el final - Estas palabras fuero como el hálito de un naufrago cuando ya se le cree ahogado. Sato se acerco a Yuichiro mientras este se daba la vuelta.

- Gracias Tenzen... tenías razón necesitaba esto - el monje solo sonrió nuevamente y dijo - Entonces ¿que hacemos con esta maldita espada? -

El objeto seguía estando entre ellos sin saber muy bien cual iba a ser finalidad o si acaso llegaría a tener alguna. Ya lo había recuperado en dos ocasiones y ambas habían tenido un alto precio... Hotarubi, Manobu, Io, Arisha,... e incluso lo habían perdido una vez. Ahora tenían una pista.

Kuni Yori

martes, 30 de septiembre de 2008

No todo es perfecto

A veces, solo a veces, las palabras se escurren de la boca como el agua de las manos. No me refiero a ser un bocazas y decir lo que no se debe sino a esos momentos en los que la emoción entra en conflicto con la razón y te sorprendes descubriendote ante los que te escuchan... y por supuesto diciendo lo que no se debe.

Las venas de Yuichiro se marcaban en su cuello y frente y el tono rojo de su piel denotaba la ira que sus palabras demostraban - !Eres un maldito bastardo Tenzen! . Y deja de sonreir o por Hida que...-

- Samurai, Mantened la compostura - Intervino Sato a riesgo de su integridad física.

-¿porque Sato-san? Yuichiro-san y yo solo estamos hablando - respondió Tenzen con una desafiante sonrisa en su rostro. - Tan solo hacía ver a nuestro querido cangrejo que igual hemos desaprovechado estos últimos años en unas estúpidas profecías... pero claro, eso sería aplicable a nosotros porque el hermano de Yuichiro-san dio su vida, tal vez inutilmente, por ellas.-

El rostro de Yuichiro pareció congestionarse por la rabia, sus ojos puros tizones que podrían matar de miedo a mas de un cortesano un sonido gutural salió de su garganta y se arrojo sobre el monje apartando al grulla de su camino de un fuerte empujon

...

martes, 23 de septiembre de 2008

Hogar, Dulce...

Años han transcurrido desde que ascendí a Gunso de la septima torre. Ahora desde la fortificada estructura que defiendo no aprecio otra cosa que desolación y muerte.

Las tierras sombrías nunca fueron hospitalarias o alegres pero prueba a condenar un alma no preparada a vislumbrarlas día tras día... el tormento es insoportable.

Pero él... él me ha enseñado a soportarlo, a sobrellevarlo. Yuichiro-sama era de caracter fuerte pero justo. No admitía medias tintas ni pamplinas y el deber guiaba ahora su corazón de un modo en el que pocos samurai podría hacerlo.

Hace poco Yuichiro recibio la visita de dos extraños forasteros. Por un lado estaba ese Grulla de la familia Doji... un duelista sin duda con porte de pomposo arrogante y por otro lado ese extraño monje que siempre mostraba una media sonrisa en su cara pero en su mirada había un brillo de mordacidad que llegaba a inquietar. Desde la visita de esa pareja Yuichiro esta inquieto parece casi melancolico.

- Yuichiro-sama. ¿deseais alguna cosa? -

-Ah, Ichiro. Te he mandado llamar porque quiero que transmitas un mensaje a nuestro señor Hida Kisada-sama.-

-Como ordeneis.-

-Por desgracia Ichiro debere ausentarme de mi puesto en tierras Cangrejo un largo periodo de tiempo... te he recomendado como mi sustituto muchacho.-

Las palabras no salieron esa misma noche de mi boca pero si tuve fuertes discursiones con Yuicihiro y su partida. Hoy me encuentro en la cima de la torre que protejo y veo un hombre partir solo hacia la oscuridad.

- Yuichiro-sama...

martes, 25 de marzo de 2008

Amantes

La lluvia repiqueteaba en el exterior contra las exóticas cristaleras del Clan Unicornio. Era extraña la paz que reinaba en el palacio Utaku, después e tantas muertes... cada herido en el conflicto reposaba en sus aposentos dejando que sus heridas, al menos las físicas, se curaran poco a poco.

En una amplia habitación iluminada tan solo por la luz de la luna que traspasaba las cerradas ventanas y por los momentáneos destellos de los relámpagos, que acudían como visitantes nocturnos, se hallaba Manobu. El joven escorpión se encontraba perdido en sus pensamientos, oyendo como las ramas de un árbol cercano golpeaban frenéticamente el cristal de la ventana, sopesando la elección que acababa de tomar “¿había obrado bien al vender su alma por la persona que amaba?”.

Como respuesta a sus elucubraciones un repentino rayo iluminó la silueta de Hotarubi en el marco de la entrada que silenciosamente la hermosa Doji había abierto. Como una aparición, mas hermosa que una fortuna para el propio Manobu, la doncella avanzo hacía su lecho, sin decir nada. Como única vestimenta llevaba un delicado kimono de tonos grises, regalo de su hermano.

Hotarubi se sentó en la cama del anonadado Yogo que no acertaba a decir palabra y dejo que su silencio fuese muestra de si mismo, quieto, expectante... ella, sin mirarle a la cara, miro el torso de su compañero vendado por las heridas sufridas, heridas que deberían haber sido para ella, y acaricio con su mano de forma leve y delicada el vendaje que las cubría.

Tras unos segundos, aún con el silencio como complice, ella alzo la mirada y se encontró con la de Manobu desde ese momento no hizo falta decir mas... La doncella se levanto y se deshizo el nudo del obi que retenía su kimono, El joven escorpión se hizo a un lado en su lecho para aguardar el calor de su compañera, su amiga... su amante.

Tal vez las furiosas fortunas deseando castigar la desobediencia de la Grulla o simplemente la fuerza de la naturaleza siguiendo su curso hicieron que la ventana se abriera de par en par por al fuerza del viento, dejando entrar frío y lluvia. Fuera como fuese los recientes amantes no eran conscientes de lo que les rodeaba... no eran conscientes de nada salvo de si mismos.

Y con la brisa de la lluvia mezclándose con el sudor de cuerpo Manobu no pudo evitar pensar “La amo y soy feliz... todo ha merecido la pena” y como un inquietante enemigo a su mente vino la maldición que todo Yogo ha de pasar... traicionaras a aquello que mas ames... y penso “¿estaría Hotarubi dispuesta a dar su alma por mi?”