El samurai había hecho un largo viaje solo para verle. Su pecho subía y bajaba rítmicamente al compás de su agitada respiración. Los colores del Cangrejo bañaban su armadura, gris piedra y azul medianoche. Pese al cansancio que sin duda ahogaba sus músculos el hombre aun tenía un brillo de determinación en sus ojos… la misma determinación que le había llevado hasta él.
-Tenzen, mi nombre es Yuichiro, gunso del clan Cangrejo, necesito de vuestra ayuda- dijo sofocadamente mientras gotas de sudor resbalaban por sien y apenas podía mantenerse en pie.
Durante unos instantes el monje le observó detenidamente. Hasta no hace mucho tiempo el había sido igual… imponente, seguro de su estúpida ignorancia. Yuichiro no era diferente de los demás samurais, pero además era de su antigua familia, no pudo sin mas que preguntarse “¿sabe quien soy realmente?”. Por unos instantes guardo un incomodo silencio que el siniestro samurai Cangrejo terminó por romper.
-Si me lo permites. Creo que el Imperio esta en peligro y estoy buscando personas de capacidades excepcionales para enfrentarse a la amenaza que nos sitia. En realidad, continuo con la labor de mi hermano, Kukichiro.- El dragón vio su pasado tomar vida en su mente, ese nombre le traía amargos recuerdos, pero lo que mas le preocupaba es si el Cangrejo lo vería reflejado en sus ojos.-Kukichiro sabía de la amenaza y recopiló una serie de nombres en una lista… no se como eran seleccionados… pero tú estabas entre ellos, Tenzen-san-.
Sin duda al samurai le había costado llegar hasta allí, una enorme cima tal vez no tan imposible como escalar la montaña mirumoto pero si complicada, ahora al menos ya sabía que no le estaba buscando por un tema personal. – ¿Has cruzado la catarata de Lu-sang, escalado el pico de Fu-Tao y atravesado los riscos de Kazedo… solo para solicitar mi ayuda en una búsqueda de la cual no sabemos su objetivo?- pregunto el monje tras medir sus palabras. –Hai- fue la seca respuesta del samurai Hiruma.
Otro silencio tenso se inicio, durante unos instantes que Yuichiro agradeció para recuperar el aliento la tensión aumento en espera de una respuesta pero antes de que este pudiera nuevamente hablar el monje irrumpió en contestación – Has perdido tu tiempo samurai… el Imperio ya no tiene nada que ofrecerme- dijo dando la espalda a la persona con la que estaba hablando.
Instantes después Yuichiro se giraba sobre sus talones de manera orgullosa y ponía rumbo a su siguiente objetivo dejando al joven monje solo en la cima del pequeño pico “… se entonces el rey de tu montaña dragón…” le pareció oír en susurros al cangrejo.
Nuevamente estaba solo… desde lo que le ocurrió a su familia siempre había sido así y el no deseaba que fuera de otra manera. Se sentó en una fría roca a la orilla de un pequeño riachuelo, tratando de ver su reflejo en el agua, tratando de descubrirse a si mismo de esa manera. En el silencio que le circundaba solo había paz, una falsa paz que nunca podría compartir hasta que una poderosa voz, profunda y penetrante, habló.
-Tenzen. ¿Estas seguro de que el Cangrejo perdió su tiempo al venir a buscarte? – Inquirió Yokuni desde la profundidad de su yelmo – Yo creo que todo evento que se cruza en nuestro camino supone un cambio en nuestro ser interno. También creo que no es tan importante lo que uno desea como lo que realmente debe hacer…- a estas alturas el joven monje no sabía si su señor le hablaba o si tan solo imprimía dichos pensamientos en su mente era una inquietante habilidad de su Daimyo.
El dragón de menor rango sonrió – En fin, tienes razón… como siempre. Además ese cangrejo empezaba a caerme bien. ¿Crees que si corro un poco podré alcanzarle?-
1 comentario:
Las fauces del dragón se abren ante mi, ¿me devorará o aprenderé de su poder y sabiduría?
Hoshi Tenzen, comenzando a recorrer mi largo sendero...
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